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Cada ámbito de la ciencia tiene sus instrumentos que nos ayudan superar las limitaciones de la percepción humana. Gracias a los microscopios, los biólogos pueden ver las células y sus componentes individuales. Los vulcanólogos son capaces de medir ínfimos movimientos en el subsuelo gracias a los cada vez más precisos sismógrafos, algo que sería imposible para un ser humano. ¿Y la psicología?

El James Webb Space Telescope es el telescopio más potente del mundo. Con él podemos contemplar el espacio profundo, atisbar los confines del Universo conocido y expandir la mirada humana hasta límites jamás sospechados por nuestros antepasados que por primera vez dirigieron sus miradas al cielo estrellado con asombro, esperanza y miedo. Con esta herramienta que es el producto del ingenio, el empeño y la inagotable curiosidad y ambición del ser humano podemos cumplir el sueño de viajar en el tiempo, en este caso al pasado, y ver cómo era el Cosmos hace miles de millones de años. Esto se debe a que el tiempo que tarda en recorrer la luz desde las galaxias y otros objetos cósmicos hasta nosotros es tan grande, que una vez que esta nos alcanza, nos muestra una imagen caducada desde tiempos inconcebibles. Con instrumentos como el James Webb Telescope nuestro conocimiento de la historia y evolución del Universo observable se vuelve fáctico, empírico y, además, difícilmente superable en su belleza sublime. La astrofísica nos permite conocer nuestro pasado.





Esta es la molécula de la psilocibina, el principio activo principal de los hongos psilocibios, también conocidos como setas mágicas. Estos pequeños seres crecen de forma natural en todo el mundo. Desde el año 1971 han sido repudiados e ilegalizados en base a sus supuestos efectos perjudiciales, siendo catalogados como sustancias sin aplicación médica y carentes de interés científico. Su consumo, cultivo, recolección o tenencia es considerado delito grave contra la salud pública en la mayoría del mundo. No obstante, en los últimos 25 años y tras 30 años de represión sistemática, vuelven a estar en la punta de lanza de la investigación psicofarmacológica, retomando así la investigación iniciada en los años 30 que tan buenos resultados arrojó para el tratamiento de las adicciones.

La investigación realizada con pacientes que sufren de diversas patologías psicológicas graves como la depresión resistente al tratamiento, nos dice que las experiencias inducidas por medio de sustancias como la psilocibina son en la mayoría de casos profundamente transformadoras. El paciente depresivo que se encuentra bajo los efectos de este alcaloide en un contexto terapéutico seguro y regulado puede experimentar visiones y obtener insights (autoconocimiento intuitivo y empírico) que le permite contemplar su vida y hábitos de pensamiento, sus bloqueos emocionales y traumas, sus creencias patológicas y obsesiones compulsivas desde una perspectiva radicalmente diferente, con una mirada nueva. No en vano se conoce estos estados como estados expandidos de conciencia, entre los que se encuentran también aquellos inducidos por la meditación. Cabe destacar que en la mayoría de casos y tras una única sesión de “terapia psicodélica”, los síntomas de estas personas remiten de forma prácticamente total durante un período de 6 a 12 meses. En ocasiones los síntomas no vuelven a aparecer hasta pasado más tiempo o nunca. Esto les devuelve la esperanza a personas que la habían perdido y que vivían en un infierno crónico lleno de dolor y sufrimiento. ¡La vida, la valiosa y única vida que tienen, vuelve a valer la pena ser vivida!


¿Qué les muestra la experiencia psicodélica a estas personas? Difícil de decir. Pero no cabe duda que la psicología tiene una herramienta poderosa que debe ser implementada si queremos abandonar la superficialidad de los paliativos mal llamados antidepresivos, ansiolíticos, etc. que, pese a su indudable utilidad en algunos casos, nos mantienen atados a la ignorancia en términos de autocuración.

¿Podrá esta molécula ayudarnos a comprender las profundidades de la mente humana de la misma forma que ayudan a los pacientes con depresión a poner en marcha el proceso curativo innato de la psyche humana? ¿Son los psicodélicos para la psicología, lo que los telescopios son para la astrofísica, con la gran diferencia de que el James Webb Space Telescope tuvo un costo de 10.000.000.000 de dólares (si, diez mil millones) teniendo una estimada vida útil de 10 años, mientras que la mayor parte de psicodélicos se encuentran de forma natural en plantas, hongos y animales? No deja de ser una ironía que los hongos psilocibios crezcan de forma natural en los excrementos del ganado. Esto da que pensar...


No podemos desaprovechar estas poderosas medicinas que están al alcance de nuestras manos y que, pese a todas las prohibiciones, van a seguir presentes en la naturaleza. Mejoremos el presente de las personas y démosles un futuro por el que seguir viviendo, por el que seguir luchando para mejorar la sociedad y hacer del mundo un lugar mejor para todos. La depresión, el trastorno de ansiedad o el trastorno de estrés postraumático son solo algunas patologías tratables con estas sustancias. Recientemente se han iniciado ensayos clínicos para estudiar sus efectos terapéuticos para la anorexia, el Alzheimer, el Parkinson, las migrañas y las cefaleas en racimo. Para estas dos últimas con resultados más que prometedores.


Al igual que la astrofísica se vale de telescopios ópticos, radiotelescopios, telescopios de infrarrojos, de rayos x para explorar el universo exterior, existe una amplia gama de sustancias psicodélicas para explorar y manifestar el universo interior.


No necesitamos otros mundos. Necesitamos espejos. (Stanislaw Lem)

Psilocibina, LSD-25, DMT o MDMA son sólo algunos nombres que, ojalá, veamos pronto en las clínicas y hospitales de los países que hayan superado las barreras de los prejuicios y la desinformación. Invirtiendo tiempo, dinero y talento en descubrir todo el potencial de estas medicinas nos ayudará a aprovechar todo su potencial beneficioso y mitigar sus, ya de por sí, relativamente infrecuentes efectos adversos.





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